Dios creó al hombre para que éste le diera la gloria. Todo lo que el hombre hacía tenía que cumplir ese propósito obedeciendo aquello para lo que fue puesto y mostrando así el carácter de Dios. Cuando el hombre pecó ese propósito se arruinó y el hombre perdió la comunión con Dios y el acceso a la vida eterna. Dios prometió restaurar esa comunión por medio de la simiente de la mujer para que así el propósito fuese restaurado. En el Cristo prometido está la esperanza de toda la humanidad.
Texto a memorizar en esta semana:
Génesis 3:15
Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.